lunes, 25 de febrero de 2013

Recuperación y Materia


Exposición itinerante por los centros territoriales de Radio Televisión de Andalucía. . Presentación Sede Central RTVA Abril 2006 , Pabellón de Andalucía - Isla de la Cartuja - Sevilla


Abril 2006 - Abril 2007



http://www.garridomartinez.com/ramonweb/canalsurrecuperacion/album/Sevilla/slides/Exposicion%20Canal%20Sur%202006%20Sevilla%20(56).jpg
Vivimos inmersos en una sociedad que condiciona y coarta nuestra libertad, en nombre de la propia libertad. Frente a la incoherencia de una existencia que consume su propio tiempo, mi obra muestra con la simplicidad y sencillez de mis diferentes desarrollos, la esperanza de hacer alcanzable lo imposible.

R. GARRIDO


REFLEXIONES SEMÁNTICAS.

Decía irónicamente Robert Rauschenberg: “Compadezco a la gente que encuentra feos a ciertos objetos como platitos de plástico o botellas de coca-cola. Son objetos que les rodean todo el santo día y deben ponerles de un humor de perros”.


La observación –nunca mejor dicho- no tiene desperdicio. Con ella el artista sentaba las bases de su propia poética creativa, de su nuevo lenguaje no siempre aceptado por una crítica timorata y, a veces, escandalizada.


Y es que en la década de los 70 aparecía en Europa y América una nueva corriente artística cuyas obras estaban compuestas por los más diferentes materiales. Eran materiales generalmente pobres, yuxtapuestos entre sí, solo articulados por sus propiedades físicas o plásticas. Nacía el llamado “arte povera”, o arte pobre, cuya estética renunciaba a la reconstitución del objeto iconográfico, pues para ella lo importante de la heterogeneidad de los materiales utilizados era solo la sustancia o las formas que estos por si mismos adquirían.


El “arte povera” era y es una reflexión sobre nuestra propia sociedad de consumo, aquella que genera unos excedentes inevitables y tangibles. Materiales modestos, desechos de transformación elevados a la categoría artística por la mirada poética del pintor, arqueología de nuestro presente..


En paralelo a esta corriente de renuncia al principio mimético de recomposición de toda imagen, surgía una nueva tendencia sintáctica denominada “arte conceptual”, si es que el arte contemporáneo ha dejado en algún momento de ser un arte conceptual.


En resumidas cuentas, el arte conceptual rompía con el predominio del objeto sobre la teoría, desembocando en la hegemonía de la propia teoría sobre el objeto.


El llamado arte conceptual estaba abocado a un desarrollo del proceso mental de la constitución de la obra, la cual se manifestaba de un modo incidental de manera material. Simón Marchán afirmaba en 1967: “En el arte conceptual la idea o concepto es el aspecto más importante de la obra. Cuando el artista se vale de una forma de arte conceptual, significa que todo el proyecto y las decisiones se establecen primero y la ejecución es un hecho mecánico. La idea se convierte en una máquina que produce arte”


El arte deviene solo en pura reflexión al margen de todo objeto, culminando un proceso incubado tiempo atrás por las vanguardias históricas y, de un modo muy particular, el Dadaísmo.


Estas bases epistemológicas, junto a otras propuestas como el minimalismo, son el fundamento ideológico y estético de la obra del arquitecto Ramón Garrido. Su arte, intelectual y comprometido con su tiempo, es un desafío a la mirada no inocente, una interrogación permanente y una denuncia inquietante. Su búsqueda, su afirmación estética y moral “está en relación –nos comenta Miguel Viribay- con un concepto de obra concebida desde la atención conceptual y las configuraciones de un universo que tiene que ver con los montajes como propuesta artística, cuya raíz parte de la atención al objeto usado como ensamblaje que une la metáfora con su vertebración poética”.


Pero es más, pues lo que Ramón propone es una constante lucha por demostrar la evidencia. Y es aquí donde clasificar con precisión la obra de Ramón Garrido se torna tan difícil como poner puertas al campo, que es como poner límites a la vida.


Sus reflexiones semánticas nos ponen al descubierto la manipulación de la palabra, su desprestigio. Sus materiales de deshecho, la potencia íntima del objeto, su semiótica lírica y a un tiempo dramática. Sus montajes, la complicidad de una sociedad engañosa y autocomplaciente.


Garrido nos pone de nuevo en contacto con los objetos modestos, cuando no inútiles, que comentaba Rauschenberg, aquellos que pueden provocar hilaridad o desprecio. Pero estos objetos, denunciados por otra mirada, adquieren la dimensión de una nueva existencia, como la palabra –tras pasar su cuarentena- recupera su pleno significado.


Los objetos desechados de Ramón, sus montajes humildes, devuelven a la realidad humillada una nueva epifanía a través del arte; o lo que es igual, una nueva vida iluminada por la razón y el amor.



Arsenio Moreno Mendoza. (Universidad Pablo de Olavide. Sevilla).

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